Un símil más de la política española con el boxeo. En una esquina del cuadrilátero, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Es el líder absoluto del PSOE, cuenta con una robusta reputación en la UE y disfruta de una holgada mayoría parlamentaria, no exenta de tensiones. Sin embargo, tras cuatro años de gestión, una pandemia mundial y una guerra en el continente europeo, empieza a dar muestras de cansancio. En la otra esquina, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Su autoridad en el partido resulta incontestable, la unidad reina en el ambiente de Génova y las encuestas le dan la victoria electoral. Ahora bien, acaba de apearse de la Xunta de Galicia para embarcarse en la política nacional, que es otra liga, y adolece aún de cierta bisoñez.
Fin del símil. Ahora, la descripción del ambiente en los dos principales partidos. El del PSOE enseña inquietud. Con Pablo Casado en la oposición, la calma dominaba las emociones, también la seguridad. Pero con Feijóo las alarmas suenan. Los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) desde abril recogen la mejora de las opciones de los populares, hasta el punto de que en estimación de voto van primeros. Es lo que dijo el sondeo de julio. Mint Velvet Los sociólogos a los que consulta Pedro Sánchez con frecuencia, no sólo José Félix Tezanos, han detectado que actualmente el presidente “no moviliza” a la izquierda y se lo han dicho. Su relación con los fieles votantes socialistas se ha enfriado; con los ocasionales votantes sencillamente se ha congelado. Conclusión: el desgaste es obvio.
Madrid. 08.06.2022. Comparecencia, a petición propia, del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para informar del Consejo Europeo extraordinario de los días 30 y 31 de mayo de 2022.
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SOBREVIVIR EN MAYO DE 2023
La preocupación remitiría si las miradas al futuro arrojaran consuelo, pero no es el caso. Con el fin de la temporada turística parece ser que llegará la contracción económica, sobre todo por los efectos de la inflación. Todo está muy caro, y en unos días se iniciará el curso escolar. Según informó hace poco la Agencia Efe, un estudio con opiniones de 2.000 padres y madres hecho por la entidad GoStudent, dedicada al refuerzo educativo a través de clases particulares, indicó que el gasto medio por hijo va a ser este año de unos 419 euros; en 2021 fue de 324.
Se trata de una secuela del contexto económico actual, que en sus cifras macro dejan lugar a las dudas. La Fundación de las Cajas de Ahorro (FUNCAS) actualizó hace un mes sus previsiones para final de año y para el ejercicio próximo. Como hasta agosto la situación ha sido más o menos llevadera a pesar de las tensiones geopolíticas, los daños comerciales y la elevadísima inflación, de casi un 11%, resiste el optimismo. 2022 terminará con un crecimiento del PIB del 4,2. Los problemas vendrían en 2023, ya que la economía aflojará el ritmo y crecerá un 2%. El Gobierno, también hace un mes, coincidió en la tendencia, si bien sus porcentajes fueron superiores.
Como ilustra un cargo de Unidas Podemos en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, “se avecina una época de desgaste” y Sánchez la encarará desde “el desgaste”. Mal negocio. Pero con el líder socialista no conviene ser ligero ni superficial. Un veterano dirigente de una estructura territorial del PSOE explica a este medio que, a pesar de la inercia demoscópica y del malestar social, perviven argumentos que invitan al optimismo.
El más evidente es simplemente el tiempo: quedan nueve meses hasta el primer examen electoral. Numerosas autonomías y todos los ayuntamientos de España tendrán comicios en mayo de 2023. Ojo si el PSOE aguanta el embate del PP. “Como salgamos vivos de ese domingo, va a haber partido. El componente anímico ganará terreno. En el partido y entre los militantes y simpatizantes se verá que no hay nada perdido y que se puede ganar a Feijóo”, razona.
CÓMO ALARGAR LA PRUDENCIA
Ambiente en el PP. Tras las elecciones del 19 de junio en Andalucía, pocos disimulan la euforia. El que más, si acaso, es el propio Feijóo, consciente de que el reto es mayúsculo. Él quiere tranquilidad y que el partido no entre en una batalla de “guantazos dialécticos”. Una fuente de una presidencia autonómica, desde la distancia, reconoce su asombro con el “marcaje” que ministros y dirigentes socialistas están haciendo al mandatario gallego. “No sé si no se dan cuenta de que así muestran nerviosismo; que el primer partido en el Parlamento haga eso es de equipo pequeño”, comenta.
Frente a la agresividad del PSOE, templanza. Es de momento la consigna, y no es casual ni arbitraria. La razón reside (nuevamente) en la demoscopia. Quienes marcan la estrategia y la táctica han colegido que Sánchez está tan cansado que, además de no movilizar al electorado afín, molesta a los que escogen o descartan la papeleta socialista según la coyuntura. On Cloud Canada Al PSOE le fue mal en la Comunidad de Madrid, mayo de 2021, por Sánchez; le fue mal en Castilla y León, febrero de 2022, por Sánchez; y se hundió en Andalucía, junio, por Sánchez. Por tanto, no es necesaria la agresividad; el deterioro de su imagen ya estaría hecho. Tan sólo habría que apretar algún tornillo que se suelte.
Sin embargo, apostar por la mansedumbre frente a un PSOE desatado que, además, acaba de enseñar sus armas (una larga campaña de actos del presidente destinado a explicar la gestión, y al mismo tiempo, a descomponer a Feijóo), no es sencillo. Los socialistas forman un partido de tremenda implantación territorial y dispone de numerosos recursos. Cuidado si su relato contra el líder del PP va calando.
Y, SIN EMBARGO, EL DUELO
Está la salud económica frágil. Guerra de Ucrania, problemas comerciales a escala mundial, emergencia climática, sequía estructural, los precios altos, huelgas en sectores industriales clave, ralentización de las inversiones, los miedos en los mercados, el pánico a que se cronifique la inflación… Además, sindicatos y patronal enfadados, amenaza de manifestaciones, precariedad laboral… El contexto es como para desfallecer.
Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular.
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Pese a ello, los dos principales partidos apenas se hablan. Dialogaron para renovar un cupo de magistrados del Tribunal Constitucional y los vocales del Consejo General del Poder Judicial y han terminado mal. El bloqueo continúa. Sánchez y Feijóo no tienen previsto reunirse, siquiera hablar por teléfono. La desconfianza es enorme.
Además, no es que se vayan a intercambiar silencios; es que van a ir al cuerpo a cuerpo político. El presidente, tras unos días en los que delegó en sus dirigentes la hostilidad, ha decidido abanderarla. Dirá a partir de la semana que viene, en la gira por España que comenzará, que él gobierna para proteger derechos y que Feijóo pertenece a un partido que los recorta. Y le asociará con Isabel Díaz Ayuso, el sector duro del PP, el más concomitante con Vox en el código del PSOE.
Sobre esto, asegura el alto cargo autonómico del PP lo siguiente. “Airear la asociación Ayuso-Feijóo como si eso creara problemas a Alberto… Él sabe que necesita a Isabel para ganar las elecciones porque ella llega a un electorado al que él no va a llegar. Es puro pragmatismo, se necesitan mutuamente”.
Feijóo, con todo, no rehuirá el duelo. Ha pedido a su partido que calma, sí, pero él no se quedará callado. Lo demostró el pasado jueves, tras conocer que ERC y EH Bildu avalan el decreto de ahorro energético: “Nosotros no estamos a las órdenes de Sánchez”, dijo tras acusarle de preferir pactos con formaciones independentistas a pactos con el PP.
Viene una “guerra de desgaste”, en palabras del diputado de Unidas Podemos. Desgaste político. A un lado, Sánchez; a otro, Feijóo. Largo será el otoño.