Los ochenta se alejan cada vez más, como es natural. Pero la cultura pop los quiere traer de vuelta, aunque no de forma masiva.
Más bien lo lleva haciendo desde 2010, con la película Drive, el largometraje de Nicolas Winding Refn conocido por su fotografía intachable.
Son varios los elementos ochenteros de Drive: música electrónica y romántica, con los típicos sonidos distorsionados de aquella época; coches deportivos en una trama policíaca; abundancia de neones, y elección del ambiente nocturno para contar los sucesos principales. Este filme solidifica lo que poco después se conocerá como synthwave, un estilo de música basado en la nostalgia.
Después de Drive, han llegado más películas que quieren recordar a los ochenta, como Ready Player One, Baby Driver, Summer of 84, Godzilla vs Kong, John Wick, Atómica… Por no hablar de álbumes musicales, como Simulation Theory de Muse, Starboy y After Hours de The Weeknd, Future Nostalgia de Dua Lipa o la canción Let´s Love de David Guetta y Sia.
UN BAÑO DE NOSTALGIA A LOS ÚLTIMOS AÑOS
La obra que deja más clara esta tendencia ochentera, es Stranger Things. Esta serie ha dado un baño de nostalgia a los últimos años.
Más que nada, porque la dirección de arte e Stranger Things es sobresaliente y porque no es una película, sino una serie con muchas más horas de entretenimiento.
En definitiva, cuatro temporadas que han generado expectación en cada estreno.
A LA LUZ DE LA LUNA
Sea o no fiel a la realidad, para Stranger Things los ochenta son niños preadolescentes jugando a Dungeons and Dragons, obsesionados con batir récords en las recreativas de su pueblo y jóvenes con chaquetas vaqueras que escuchan rock a todas horas. Todo ello al son de un sintetizador y a la luz de la luna.
Es la visión de una época muy concreta, justo antes de la digitalización. Con la cuarta temporada recién estrenada, Stranger Things es un fenómeno de masas más que consolidado y su visionado es recomendable.