Hace 46 años que en Galicia nacen más bebés niños que niñas. Sin faltar un solo año. Siguiendo la serie histórica del registro autonómico del IGE, en apariencia la diferencia anual es ligera: 854 hombres más que mujeres nacidas en 1975, por citar un ejemplo. Aquel año, la cifra de neonatos gallegos prácticamente triplicaba a la actual: eran 43.850 recién nacidos, de los que 22.352 eran bebés varones y 21.498, mujeres. Pero casi medio siglo más tarde, en 2021, nació un chico al día más que chicas. Han sido 365 más los nacimientos de varones entre los casi 15.000 retoños (14.759) que vinieron al mundo el año después de la irrupción de la pandemia.
Y, en todo este tiempo, la ventaja del género masculino sobre las nacidas niña se cifra en 36.672.“En la especie humana, la relación entre varones y hembras al momento del nacimiento se inclina a favor del sexo masculino”. Lo dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) y es una tendencia global, que se ha mantenido durante décadas. También es así aceptada por los demógrafos actuales. “En términos generales, en todas las sociedades nacen menos niñas. Sin embargo, la esperanza de vida también es siempre mayor para las mujeres”, explica el Profesor de Geografía Humana y experto en demografía, Carlos Ferrás. En los mismos términos se posiciona la vicepresidenta del Observatorio de Dinamización Demográfica, María Xosé Rodríguez, que completa: “La equiparación entre los dos sexos e inmediatamente la existencia de más mujeres que hombres se produce en Galicia, con datos de 2021, en la franja de edad entre 35 y 39 años”.
“Tradicionalmente, los hombres tienen mayor riesgo de morir por causas naturales y elementos externos, como accidentes, heridas, violencia y guerras…”, desarrolla el profesor del Instituto de Estudios y Desarrollo de Galicia, Melchor Fernández.
La ventaja masculina al nacer aparece en múltiples estadísticas. En Reino Unido, por ejemplo, desde que se empezaron a llevar registros, en 1838, no ha habido ningún año en el que hayan nacido más niñas que niños. Y la OMS calcula una proporción “normal” de unos 105 nacimientos masculinos por cada 100 femeninos.
“En todo caso, son múltiples las teorías que se han desarrollado en los últimos años sobre esta regularidad empírica, que en algunos casos es reforzada por elementos culturales como ocurre en China”, añade Melchor Fernández.
¿Por qué?. Pues porque parece que esta evolución puede verse modificada en ciertas circunstancias. Se ha estudiado que, tras situaciones de adversidad –exposición de la población a hechos estresantes extraordinarios– se produce un mayor nacimiento de niñas. Así ha sucedido en varios momentos de la historia. Por ejemplo, en Estados Unidos en los meses posteriores al asesinato del presidente J. F. Kennedy o tras los ataques terroristas del 11-S.
La naturaleza tiene sus propios mecanismos en situaciones de adversidad. En primer lugar, es importante destacar que las hormonas sexuales se pueden ver modificadas por alto estrés. Un ejemplo de esto es la reducción de testosterona en hombres con altos niveles de estrés, como se ha visto en soldados en guerra o en estudiantes universitarios tras realizar una tarea estresante o incluso deportistas que se someten a sobresfuerzo (estrés físico).
Pero, ¿y las mujeres? Los estudios se han hecho esperar más. Pero la percepción de estrés psicológico se relaciona con una disminución de estrógenos y de progesterona, la hormona responsable de madurar las paredes del útero para que se implante el óvulo. Simultáneamente, con el estrés se dispara la prolactina, que a su vez se relaciona con la inhibición de la ovulación.
Y en esta teoría se basan –parcialmente– los recientes resultados publicados en la revista Journal of Developmental Origins of Health and Disease. Dicen que las mujeres que dan a luz una bebé niña presentan mayores niveles de cortisol (hormona del estrés) en el momento de la concepción. Tanto que presentan el doble de cortisol en el caso de ser niña. La investigación, realizada con unas 164 gestantes de Granada y sus hijos, apunta en las conclusiones: “el sexo del futuro bebé podría estar condicionado, entre muchas otras variables, por los niveles de estrés de la madre durante la concepción y las primeras semanas de embarazo, pero se necesita más investigación en esta área para respaldar los hallazgos”.
Y, revisando los datos de 2021, si se esperaban más niñas a consecuencia del estrés del confinamiento y las restricciones, el pronóstico parece aún no haberse cumplido. Al menos, de momento.