La izquierda en Andalucía tiene nueve semanas para rehacer un proyecto dañado prácticamente desde su concepción a causa del último enredo territorial en el que se ve envuelto Podemos. El partido se encuentra en un momento de delicada salud periférica tras encarrilar fracasos electorales, escisiones, falta de movilización y, ahora, un histórico fiasco al quedar fuera de la coalición Por Andalucía tras un «error» que ha llevado a que Yolanda Díaz se desentienda de la alianza, pese a haber amadrinado a la candidata, Inmaculada Nieto.
El fallo, admiten fuentes de la coalición consultadas, podrá solventarse probablemente gracias a la incorporación de los cabezas de lista morados como independientes. «Aunque hay más opciones», remarcan desde el seno de uno de los partidos implicados para no cerrar la puerta a otra alternativa. El enigma -y la causa de disputa en las últimas jornadas- es si Podemos, que legalmente no existirá en esta alianza y como formación sólo figurará de manera estética, tendrá acceso a los recursos económicos que reciben los partidos que logran representación parlamentaria. Éste es un extremo que en ninguna formación tienen claro que se pueda lograr, aunque todas expresan que trabajan por conseguirlo.
Lo que está ocurriendo en Andalucía es una metáfora que calca a la perfección la situación de Podemos en el extrarradio nacional: un conjunto de avisperos que Yolanda Díaz está obligada a heredar pero que tiene muy difícil encaje en sus planes políticos. En 2022, de hecho, tres delegaciones moradas han vivido terremotos internos de todo tipo que, en mayor o menor medida, han afectado al devenir del futuro frente amplio de la vicepresidenta segunda del Gobierno.
A finales de marzo, la diputada canaria Meri Pita se pasó al Grupo Mixto del Congreso tras denunciar la «esclerosis organizativa» de la dirección del partido. La apoyaron 11 cargos públicos de la formación en Canarias, un movimiento que abrió en canal a Podemos en el archipiélago, una sucursal trastocada desde hace meses tras la salida de Alberto Rodríguez al ser condenado por el Supremo. Ambos escaños siguen vacíos, lo que supone un problema para la estabilidad parlamentaria del Gobierno de coalición.
Un par de semanas antes, el lío llegó desde Logroño. Allí, Podemos tomó la decisión de expulsar de sus filas a su única representante parlamentaria autonómica y consejera de Igualdad, Raquel Romero, por no donar al partido parte de su sueldo. Con ella se marcharon cinco miembros de su entorno, con la sospecha puesta en que, con el tiempo, todos se aproximarían al proyecto de Yolanda Díaz en esta región.
Los morados tampoco descartan esta hipótesis para justificar la maniobra de Pita y otros cargos en Canarias, así como la escisión de Daniel Ripa y su grupo de críticos en Asturias -denunciaron en diciembre que la cúpula del partido había intervenido en las primarias regionales para que ganase la candidata del aparato, Sofía Castañón- o la ruptura de Podem en Valencia, que se desangró en septiembre con la salida de once cargos de la dirección tras criticar que el proyecto morado en este territorio no tenía rumbo alguno.
Precisamente, la vicepresidenta segunda del Gobierno no participó en la última campaña celebrada, la de Castilla y León, y Podemos sufrió allí el último de sus varapalos electorales: logró un único procurador tras perder uno de cada tres votos respecto a 2019 y nueve escaños desde 2015.
La vicepresidenta segunda evitó implicarse en el 13-F y en Podemos ya creen que es la única figura capaz de remontar una tendencia electoral en declive desde 2015 que tiene su epicentro en las autonomías, como se ha comprobado en los últimos pasos por urna.
En Galicia, Podemos desapareció de la Cámara regional y en el País Vasco descendió a la mitad de representantes en 2020. Sólo en Cataluña se mantiene como una fuerza notablemente destacada, aunque bajo una marca diferente, la de los comunes.
El tótem de En Comú Podem es, precisamente, una parte importante del ensamblaje de la nueva propuesta de Díaz. Ada Colau, junto a Mónica Oltra y Mónica García, protagonizaron con la vicepresidenta el evento Otras Políticas en Valencia a finales del pasado año. Fue considerado el pistoletazo de salida del frente amplio y el grupo en el que Díaz se apoyaría para vertebrar a nivel nacional su plan sin apoyarse en demasía en Podemos.
Pero, muchas cosas han cambiado desde entonces: Oltra se encuentra cercana a la imputación e incluso podría abandonar el Consell valenciano; una sombra, la de la investigación, que también ha perseguido a Colau. Y García ha dejado claro esta misma semana que no tiene «la más mínima intención» de replicar el modelo andaluz en Madrid. Por todo ello, Díaz depende ahora mismo de Podemos más de lo que esperaba.
Esta última reflexión la esbozó esta semana el propio Pablo Iglesias, que tildó de «vergüenza» lo ocurrido en Andalucía y responsabilizó a Díaz de haberse apartado del proyecto tras designar a la cabeza de lista.
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La relación entre ambos se ha deteriorado y las críticas por parte del ex líder morado hacia la vicepresidenta segunda se han multiplicado en las últimas semanas. No obstante, desde el Ministerio de Trabajo restan peso a sus palabras y reconocen que no escuchan todas las declaraciones de Iglesias.
Por su parte, desde Podemos remarcan que el ex vicepresidente no habla en nombre de nadie más y contradicen a Díaz: Andalucía sí es el primer frente amplio a disposición de la vicepresidenta que, a pesar de que no acaba de confirmar por el momento cuál será su grado de participación en la campaña electoral, desde las filas moradas dan por hecho que se implicará más que en la contienda de Castilla y León. «Seguro», zanjan las fuentes consultadas.