El calor ha llegado para quedarse y el cambio de armario ya es una realidad. Ha llegado la hora de rescatar las prendas más fresquitas y veraniegas y decir adiós a las botas y los deportivos para dar la bienvenida a las sandalias.
Durante los primeros días este calzado se suele convertir en nuestro peor enemigo. Los pies están acostumbrados a otro tipo de zapatos y las ampollas y las rozaduras se convierten en una dolorosa realidad que, aunque no lo creas, puedes evitar o al menos reducir.
Existen una serie de trucos que te pueden ayudar a combatir las heridas de los primeros días utilizando zapatos de verano. Toma nota.
Recurre al bálsamo
Los bálsamos protectores para los pies en formato stick son una de las grandes soluciones para evitar las dolorosas ampollas. Sus fórmulas con textura de cera consiguen crear una película protectora en las zonas que tú elijas para reducir las rozaduras y el riesgo de heridas y consiguen que el calzado resbale sobre tu piel.
Crema hidratante
La crema Nivea es la gran salvadora para casi todo y también lo es con los zapatos. Echa un poco en el calzado y conseguirás suavizar su piel.
Polvos de talco
Uno de los motivos por los que se suelen formar ampollas y rozaduras en verano es el sudor, así que mantener los pies lo más secos posibles es una de las claves para evitar fricciones y heridas. Aplica polvos de talco sobre la planta del pie, en el empeine y entre los dedos cada cierto tiempo.
Haz pruebas
Es obvio que salir a bailar o dar un paseo por la ciudad no es el mejor momento para estrenar zapatos nuevos así que aprovecha trayectos cortos o momentos en los que vas a estar durante un largo rato sentada para tratar de amoldarlas. También puedes probar a practicar en casa.
No abuses
Si te empeñas en utilizar día sí y otro también esas sandalias ideales que te hacen daño, acabarás con los pies hechos un cuadro. Trata de combinar esas sandalias con otro par más cómodo que tengas para que tus pies tengan un respiro y no dé tiempo a que se formen rozaduras y ampollas difíciles de curar.
Prevenir
Si tienes claro que ese par de sandalias te va a generar un problema, lo mejor que puedes hacer es ponerte un poco de esparadrapo en los lugares exactos en los que sabes que el roce acabará convirtiéndose en herida.