El sonido de la artillería retumba en el suelo mientras Olena abre la puerta del Hogar para Niños de Jersón.
Ella ni siquiera se estremece.
Las tropas de Rusia están justo al otro lado del río Dnipro: Jersón, una ciudad en el sur de Ucrania, está bajo un ataque constante.
Como muchos ucranianos durante esta guerra, Olena prefiere no compartir su apellido. Ha trabajado en el orfanato por más de 17 años.
Olena dijo que amaba a todos los niños del hogar, pero que era más cercana a Arkasha. “Por supuesto, todos tienen su favorito, pero él era el mío”, dijo.
El casillero de Arkasha, de 5 años, es naranja y tiene la calcomanía de un gallo. Su nombre está escrito claramente en escritura cirílica.
Dentro de las habitaciones, hay pinturas de conejitos sosteniendo globos, flotando en el cielo; áreas de juego para niños pequeños; armarios llenos de juguetes. En los dormitorios, catres limpios y relucientes, y literas diminutas con colchones de colores vivos.
Pero los 48 niños que vivían aquí ya no están. Fueron secuestrados por funcionarios rusos durante los meses de ocupación de la ciudad.
“Me siento vacía, vacía. Todo se detuvo”, dijo Olena. “Los niños estaban felices. ¡Lo tenían todo!”
Escondidos en un sótano
Cuando comenzó la guerra en febrero del año pasado, el personal del hogar de niños creó un plan.
Llevaron a todos los niños, en su mayoría menores de 5 años, a la iglesia de Holhofa al otro lado de la ciudad, contó Olena.
La iglesia y los cuidadores del hogar mantuvieron a los menores seguros y protegidos del frío en el sótano. Los escondieron para que estuvieran a salvo de los combates y para escapar de los rusos, dijo Olena.
Jersón cayó ante las fuerzas rusas durante los primeros días de la guerra. Las tropas invasoras se movieron rápidamente sobre el río Dnipro: fue la primera ciudad importante que tomaron y la única capital regional.
“Sí, los niños estaban aquí”, dijo a CNN Víctor, el cuidador de la iglesia de 74 años. “Pero después de que los rusos ocuparon esta ciudad, comenzaron a hacer preguntas”.
Después de algunas semanas, explicó Víctor, unos agentes del servicio de seguridad de Rusia, el FSB, llegaron a la iglesia y exigieron que los cuidadores transportaran a los niños de regreso al orfanato.
Los cuidadores sintieron que no tenían ninguna alternativa. Y fue entonces cuando Olena se dio cuenta de que los rusos querían llevarse a los niños.
«Ellos seguían diciendo, ‘estos son nuestros niños'», señaló sobre los agentes del FSB.
En octubre, funcionarios rusos informaron al orfanato que vendrían por ellos.
“Nos advirtieron que recogiéramos su ropa. Los rusos llamaron por la noche y dijeron que deberíamos preparar a los niños para la mañana siguiente. Los autobuses llegaron a las ocho”, dijo.
Hace poco más de una semana, la Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto para el presidente de Rusia, Vladimir Putin y Maria Lvova-Belova, la comisionada rusa para los Derechos de los Niños, señalándolos de ser criminalmente responsables de la “deportación y transferencia ilegales de menores ucranianos desde las áreas ocupadas de Ucrania hasta la Federación Rusa”. El Kremlin condenó la decisión de la CPI.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, dijo recientemente que al menos a 15.000 niños los habían sacado de Ucrania. Los grupos de derechos humanos apuntan a que muchos de ellos fueron obligados a dejar a sus padres y los llevaron a los llamados campamentos de verano.
En el Jersón ocupado, los rusos no ocultaron sus acciones al sacar a los niños del orfanato.
De hecho, promocionaron ampliamente el traslado y lo usaron con fines propagandísticos. En última instancia, el incidente podría usarse como evidencia en un juicio por crímenes de guerra.
El video de esa mañana de octubre, que se compartió en Telegram, muestra a niños desconcertados mientras los llevan a los autobuses, lejos de sus amadas cuidadoras.
Olena dijo que las enfermeras escribieron los nombres de los niños en sus chaquetas o en sus manos, para que al menos los llamaran por su nombre real dondequiera que fueran. Los organizadores dijeron que los llevarían a la Crimea ocupada. No está claro exactamente dónde terminaron los menores.
Los investigadores ucranianos han dicho que los huérfanos sacados del territorio ocupado también terminaron en Rusia, donde se les otorgó la ciudadanía y fueron entregados a parejas rusas.
“No se merecen a nuestros hijos. Deberían traerlos de vuelta. No los merecen”, afirmó Olena.
Registros médicos falsos
Ahora bien, a los rusos no les bastó con los orfanatos: recorrieron Jersón en busca de niños que se pudieran llevar.
Los colaboradores y los funcionarios rusos acudieron repetidamente al Hospital Infantil Regional de Jersón para pedir una lista de bebés y niños huérfanos que deberían llevarse, dijo la Dra. Olha Piliarska, anestesista pediátrica.
Según Piliarska, el personal del hospital escondió a algunos huérfanos en el sótano de la Unidad de Cuidados Intensivos y falsificó los registros médicos de otros niños, indicando condiciones que incluían convulsiones y líquido en los pulmones.
Ella le mostró a CNN un respirador artificial como el que le pusieron un bebé sano, dijo, y encendieron algunas luces para que pareciera que no se podía mover con seguridad. Todos estaban aterrorizados de que los descubrieran, recordó.
Piliarksa y los administradores del hospital dicen que lograron salvar a 15 niños. A tres se los llevaron funcionarios rusos.
“Entendimos que no nos iban a perdonar por esto. Sabíamos que habría una retribución seria”, dijo.
Una enfermera del hospital fue un paso más allá en sus esfuerzos para frustrar las acciones de los rusos.
Tetiana Pavelko no dejaba de revisar a una recién nacida llamada Kira, que se había ganado su corazón. “Desde el principio, realmente la amaba. Era una niña tan hermosa”, le dijo a CNN.
Pavelko rogó a los médicos y administradores del hospital que mantuvieran a Kira fuera de la lista de niños que los colaboradores revisaban regularmente.
“Todos los días, la lista se actualizaba. E hicieron esa lista dos veces al día. Me aseguré de que Kira nunca estuviera en esa lista”, recordó.
Cuando los soldados ucranianos recuperaron Jersón de manos de los rusos en noviembre, a Pavelko se le permitió llevarse a Kira a casa y ya comenzó los trámites de su adopción.
Ella, su pareja y Kira viven en una casa de una sola planta en el distrito de Korabelny, en el extremo sur de Jersón. El vecindario enfrenta bombardeos regulares de los rusos al otro lado del río.
Pero Pavelko dice que esta terrible guerra le dejó un regalo.
“Kira significa todo para mí. Probablemente ella es el significado de mi vida en primer lugar. Ni siquiera sé, para ser honesta, no puedo imaginar mi vida sin Kira”, dijo.