Es entretenido imaginar lo que podrías hacer si te ganaras el premio millonario de la lotería, como el histórico Powerball de esta 8 de noviembre con un gordo de US$ 2.040 millones. Pero, por más que sea decepcionante, los grandes premios vienen acompañados de grandes costos, especialmente debido a la codicia de otros, según los expertos.

 

Las investigaciones en psicología y economía encontraron que las personas sí son más felices a medida que aumentan sus ingresos, pero hasta cierto punto donde se sienten cómodas. Uno de los estudios sobre el tema, publicado en la revista académica Proceedings of the National Academy of Sciences en 2010, encontró que la satisfacción aumenta con ingresos a nivel familiar de unos US$ 75.000, y se estabiliza con niveles de riqueza superiores.

En general, los estudios sobre la felicidad de los ganadores de lotería son contradictorios. Un estudio publicado en 2006 en el Journal of Health Economics sobre los ganadores de lotería en Gran Bretaña que ganaron hasta US$ 200.000 encontró una mejora en su bienestar mental dos años después. Pero un estudio de 1978, al que se hace referencia a menudo, en el que se comparaba a 22 grandes ganadores de lotería con personas que no habían ganado, no encontró diferencias en los niveles de felicidad entre ambos grupos.

No hay una gran cantidad de estudios en este campo, pero los expertos tienen algunas ideas sobre cómo hacer que esa emoción inicial de ganar dure más tiempo y aumente la satisfacción general.

1. Ten un plan

Probablemente ya has fantaseado con lo que podrías hacer con las ganancias de la lotería, pero aquellos a los que les va bien tienen planes serios sobre dónde quieren estar dentro de cinco años. Las ganancias de la lotería pueden ayudarles a conseguirlo, dijo Steven Danish, profesor de Psicología y Salud Social y del Comportamiento en la Virginia Commonwealth University.

Aquellas personas que no tienen objetivos claros en la vida son más propensos a sentirse abrumados y a manejar torpemente el dinero, incluso más que antes de ganar, dijo.

2. Dona, no prestes

Es bien sabido que dar dinero hace que la gente se sienta bien, y hay ciencia para respaldarlo. Un estudio publicado en 2008 en Science descubrió que las personas eran más felices gastando US$ 20 en otros que en sí mismas. En general, las investigaciones apoyan la idea de que la gente se siente bien cuando siente que está teniendo un impacto con su dinero de forma personal y una sensación de vergüenza cuando es tacaña.

 

Pero si alguien te pide ayuda para pagar una factura, eso es otra historia. Si un amigo te debe dinero, y ves que se da un lujo yendo a cenar, te sientes ofendido, dijo Michael Norton, profesor asociado de Administración de empresas en la Harvard Business School, coautor del estudio de Science.

«Cuando te conviertes en la persona rica, a la que los demás miran, en realidad puede erosionar el vínculo social que tienes con la gente, porque cambia tu relación de amistad a casi una transacción», dijo Norton.

3. Invierte en crear recuerdos

Es una decisión personal, claro, pero las investigaciones apoyan el invertir tu dinero en experiencias en lugar de en posesiones materiales. Visitar lugares y ver cosas nuevas no solo puede llevarte a una mayor felicidad, sino que se ha encontrado que las personas orientadas a las experiencias son más agradables a otros que quienes son pensadas como materialistas, según un estudio de 2010.

Y eso se debe, en parte, a que una vez que compramos algo, nos acostumbramos a tenerlo cerca, y ya no nos da el placer que nos daba en los primeros días después de la compra. Una experiencia, en cambio, puede disfrutarse una y otra vez cuando se recuerda y se cuenta a otros. Del mismo modo, si de repente recibes mucho dinero y te lo gastas todo de golpe, puede que no obtengas tanta felicidad como si lo distribuyes a lo largo del tiempo.

Si cambias poco a poco tu estilo de vida para seguir apreciando ese nuevo dinero, lo más probable es que seas más feliz que si haces rápidamente grandes ajustes de una vez, dice Norton. Por ejemplo, puedes proponerte hacer un gran viaje una vez al año, en lugar de invertirlo todo en una casa.

Y esa podría ser la razón por la que el economista de Harvard Guido Imbens descubrió que los ganadores de la lotería que recibían pagos anuales de una media de US$ 20.000 (en dólares de 1986) eran más felices: los receptores tenían la emoción de recibir más dinero cada año, en lugar de ajustarse a una única suma.

4. Mantente anónimo (o al menos un muy bajo perfil)

Los ingresos aparentemente ilimitados no solo pueden avivar las tentaciones de desdeñar la moderación, sino que los ganadores de la lotería también pueden descubrir que sus amigos y familiares los tratan más como una marca que como un ser querido, dijo Michael Boone, un administrador de patrimonio de Bellevue, Washington, a CNN.

“Cada vez que eres una figura pública, atraerás la atención de las personas que quieren quitarte cosas”, dijo. “La mayoría de nosotros no estaríamos muy contentos si el monto de nuestros cheques de pago apareciera en el periódico”.

Las organizaciones benéficas comienzan a pedir contribuciones. Los autodenominados empresarios y emprendedores se acercan con propuestas. Los primos segundos vienen en busca de préstamos. Los amigos conocen a alguien que puede ayudar a administrar el dinero.

“Eso no quiere decir que no quieras hacer algo bueno por esas personas, pero podría convertirse en un trabajo de tiempo completo”, dijo Boone.

Su consejo sería permanecer en el anonimato, pero solo Delaware, Kansas, Maryland, Dakota del Norte, Carolina del Sur y Ohio permiten que los ganadores eviten la publicidad de la lotería estatal. (Michigan lo hace en ciertas circunstancias, pero no para los ganadores de Powerball o Mega Millions). Por lo tanto, Boone aconseja a sus clientes que mantengan un perfil bajo.

Malas experiencias de ganadores de lotería

Los ganadores de la lotería a veces experimentan grandes desgracias a la vista de todos. Un buen ejemplo de ello es el empresario Andrew «Jack» Whittaker Jr. de Virginia Occidental que ganó US$ 112 millones libres de impuestos en 2002. Entre sus tragedias personales desde entonces, su nieta y su hija han muerto, y supuestamente le han robado varias veces.

Otro caso es el de Abraham Shakespeare, de Florida, que fue asesinado tras ganar un premio de lotería de US$ 31 millones. Un amigo fue acusado por su asesinato en 2010. Shakespeare, Whittaker y otros ganadores desafortunados han aparecido en documentales como «Curse of the Lottery» del canal E!.

Una madre de tres que vivía en un pequeño departamento y tenía cuatro trabajos, como en un cuento de hadas, ganó la lotería de su estado.

No hizo nada excesivamente extravagante después de que los US$ 1,3 millones se redujeran en impuestos. Compró una casa, se compró un nuevo guardarropa en una tienda de caridad, se quedó con solo un empleo e invirtió el resto del dinero.

Y entonces llegaron las llamadas telefónicas: promesas, propuestas de matrimonio, acusaciones, amenazas. Las personas que se ofrecían para ayudarla a hacer cosas querían dinero por las molestias. Los miembros de su familia, dice, intentaron dirigir su vida y controlar su dinero.

«A veces me gustaría cambiar mi nombre e irme a algún sitio a esconderme», dice la mujer, que pidió no ser identificada para evitar más atención.

El propio hermano de un hombre llamado William «Bud» Post intentó matarlo después de que ganó US$ 16,2 millones en un juego de lotería estatal de Pensilvania en 1988. Aunque su hermano fue encarcelado, los gastos y el comportamiento imprudente de Post lo dejaron en la ruina y divorciado antes de morir en 2006 por insuficiencia respiratoria.

Estos son extremos, por supuesto, pero hay muchos casos de tragedias menores que les ocurren a los ganadores de la lotería.

Está el de un hombre británico que despilfarró un premio mayor de 9,7 millones de libras en 2002, gran parte en cocaína y prostitutas, solo para encontrarse trabajando como basurero nuevamente en 2010.

Y la historia del fabricante de pelucas de St. Louis que ganó US$ 18 millones en 1993, solo para gastar tan generosamente en causas políticas y filantrópicas que se declaró en bancarrota cuatro años después.

O la mujer de Nueva Jersey que ganó la lotería dos veces, un total de US$ 5,4 millones, pero fue tan incapaz de evitar los juegos de azar que terminó en un tráiler después de dar la mayor parte de su dinero a los casinos de Atlantic City.

La otra cara de la moneda

Ganar la lotería no siempre es una maldición al estilo de «Lost». Lee McDaniel, 67, de Stone Mountain, Georgia, se llevó US$ 5 millones en la lotería de Georgia en 2010 y hasta ahora no le ve ningún problema, ni se ha encontrado con gente que esté tras su fortuna. El hombre de Georgia decidió remodelar su casa, compró dos vehículos e invirtió una gran cantidad a riesgo bajo.

Aparte de esas mejoras materiales, una de las mejores partes de ganar, en su opinión, fue poder ayudar a su hermana en California, que necesitaba una amputación de pierna. Habría tenido que vivir en una residencia de ancianos, pero McDaniel le dio suficiente dinero para construir una rampa en su propia casa. Él y su mujer también dieron dinero a otros familiares, simplemente porque querían hacerlo.

«No siento que haya cambiado. Simplemente tengo seguridad financiera», dijo.

Es un gran contraste con Whittaker, y aunque la mayoría de las experiencias de los ganadores de la lotería se encuentran entre las de Whittaker, es seguro decir que nadie quiere seguir el camino de este último después de recibir millones.

Nadie debería tener que decirle a ABC News, como lo hizo Whittaker cinco años después de su ganancia inesperada, que estarían mejor sin el dinero.

“Desde que gané la lotería, creo que no hay control para la codicia”, dijo a la estación. “Creo que si tienes algo, siempre hay alguien más que lo quiere. Desearía haber roto ese boleto”.

¿Cambia a la gente el tener dinero?

No está claro que ganar dinero cambie la personalidad, y es imposible saber cómo habría sido la vida de las personas si no hubieran ganado, dice el profesor Michael Norton.

La mujer que solía tener cuatro trabajos dijo que no siente que haya cambiado, pero mucha gente a su alrededor sí.

Está agradecida por lo que tiene, pero siente miedo de perderlo.

«No sé si ‘feliz’ es la palabra», dijo. «Todavía estoy tratando de entenderlo».

Por Admins

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