Cerca del 90% de los terremotos ocurren en un mismo lugar: el Cinturón de Fuego del Pacífico, un área de unos 40.000 km que abarca zonas como los Andes, la costa oeste de México y Estados Unidos y Japón, y que es donde además se registra la mayor actividad volcánica del planeta.
En el Cinturón o Anillo de Fuego se encuentran varias placas tectónicas —losas macizas de la corteza terrestre que están en movimiento— como la inmensa placa del Pacífico y las de Filipinas, Juan de Fuca, Cocos y Nazca, que son placas marítimas.
Estas placas están en movimiento continuo y cuando se encuentran con las placas continentales, chocan y una se mete debajo de otra, en un proceso que en Geología se denomina «subducción», se pueden producir erupciones volcánicas y terremotos que afecten los territorios. Los choques y los deslizamientos también pueden suceder entre las placas que se encuentran en la superficie del océano, produciendo sismos y volcanes allí.
El geólogo chileno Felipe Matthews explicó a CNN en Español que en su país, por ejemplo, los terremotos se asocian a «fracturas que pueden ocurrir producto de la placa que viene desde el Pacífico que se está metiendo debajo de la placa continental». En ese proceso se ejerce una gran presión que puede derivar en una megafractura que da origen a los terremotos.
El Anillo de Fuego del Pacífico siempre está activo porque las placas están en movimiento continuo. La placa de Nazca, por ejemplo, se mueve entre 3 y 5 cm por año, según el experto, y aunque esta cifra puede parecer pequeña, lo cierto es que esta placa que se encuentra frente a la costa chilena es la que se mueve con más rapidez y en términos .
El hecho de que esta extensa área comparta un nombre no significa que un terremoto en un punto desencadenará otro en un punto distinto o que los terremotos sucedan a la misma vez en distintos lugares del cinturón. De hecho, según Matthews, «no es frecuente que haya grandes terremotos al unísono en áreas diferentes, por ejemplo en Ecuador, Perú y Chile» o incluso en diferentes áreas de un país como Chile. En otras palabras, las fracturas habitualmente ocurren en forma independiente.
«Ojalá nosotros tuviésemos temblores todos los días»
Cuando en una región de Chile durante muchos años no se registra un temblor, la sensación de los expertos no es de alivio sino de preocupación, dice Matthews. La ausencia de movimiento indica que se está acumulando energía y, si sucede por un período prolongado, esto teóricamente aumenta las posibilidades de que en un momento dado haya un terremoto de mayor magnitud ya que el terremoto es, en definitiva, una «violenta liberación de energía».
«Ojalá nosotros tuviésemos temblores todos los días. Grado cinco, grado cuatro, grados tres», ejemplifica, ya que «en la medida en que yo vaya liberando energía, las posibilidades de que se acumule energía disminuyen, obviamente. Y eso hace que disminuya la posibilidad de un terremoto» de mayor magnitud.
El Cinturón de Fuego del Pacífico, escenario de tragedias
En esta región han sucedido algunos de los peores terremotos de la historia reciente, incluidos los de Chile de 1960 y 2010, el de Alaska de 1964 y el de Japón de 2011. También el que produjo el tsunami devastador del océano Índico en 2004.
Después del Cinturón de Fuego del Pacífico, la siguiente región con más actividad sísmica es el Cinturón Alpino, que se extiende a través del Mediterráneo hacia el este por Turquía, Irán y el norte de la India. En esta región, según el USGS, se concentran entre el 5 y 6% de los terremotos.
Los volcanes
El nombre del Cinturón de Fuego del Pacífico, también conocido como Anillo de Fuego, no es casual y refiere a otro fenómeno de la naturaleza que se concentra especialmente en esta área: los volcanes. Aproximadamente tres cuartas partes de los volcanes de todo el mundo se encuentran dentro del cinturón, según la Enciclopedia Britannica.
Esto incluye tanto a los volcanes en tierra como a los submarinos, que son aquellos que se encuentran bajo el agua. De hecho, según la Universidad Estatal de Oregon (OSU por sus siglas en inglés), «los sistemas volcánicos más activos de la Tierra están ocultos bajo un promedio de 2.600 metros de agua».
Este año tuvimos un ejemplo claro del poder de estos volcanes con la erupción del Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, ubicado cerca de Tonga, que fue probablemente la más grande registrada en cualquier parte del planeta en más de 30 años, según los expertos.