Goyi Gómez y su hijo Víctor Cobo están a punto de terminar Administración y Dirección de Empresas (ADE) en el campus de Talavera de la Reina de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). Cuando ocurra, ella tendrá 56 años y él habrá estudiado con los apuntes de su madre y compañera de clase y adaptaciones tecnológicas para salvar las barreras que impone su discapacidad del 82%.
Todo empezó algunos años atrás, cuando Víctor, con distrofia muscular de Duchenne, estaba haciendo los trámites para ir a la universidad y su madre acababa de quedarse en el paro después de trabajar durante años como administrativa.
El joven necesitaba adaptaciones y asistentes para acudir a clase y tomar apuntes y, durante una visita, desde la UCLM animaron a Goyi a matricularse también en la carrera. «Tampoco lo pensé», reconoció la universitaria, consciente de que sólo ella podría prestar a su hijo «una ayuda cien por cien». Por eso, acaba de ser reconocida por el Consejo Social por su «actitud ejemplar» a propuesta de la Facultad de Ciencias Sociales.
En el trayecto irrumpió la pandemia de la covid, pero madre e hijo no se rindieron y siguieron adelante con sus estudios. Ahora apenas les quedan un par de asignaturas que superar y sus respectivos trabajos de fin de grado. Víctor lo centrará en un modelo de negocio de un pequeño hotel rural accesible y Goyi en la figura del teólogo jesuita Juan de Mariana, vinculado con la ciudad de Talavera, y «muy olvidado», pese a las «muchas aportaciones económicas» que hizo.
Como lo es el jesuita para Goyi, también son un ejemplo ella y su hijo para compañeros y profesores del campus. «Al principio nos costaba pero me aceptaron bien», añadió la madre universitaria, que ha compartido aula con estudiantes a los que duplica la edad.
«Ella estudia mucho, prepara los apuntes y luego estudiamos juntos», subraya Víctor. Sin embargo, Goyi puntualiza que, aunque van «a la par», «él saca mejor nota» porque estudia más y ella tiene tiene más dificultades para conciliar vida personal y estudiantil.
De hecho, tras los resultados están las horas de esfuerzo, en las que Víctor también necesita tumbarse. Goyi explica que mientras su hijo está en la cama el joven también sigue estudiando gracias a que el ordenador reproduce los apuntes a modo de espejo. «No tenemos tiempo para ver la televisión, aunque sí nos gusta dar algún paseo», señaló Goyi.
En los exámenes se separan, para que no puedan ‘soplarse’ contenidos. Además, Víctor precisa una mesa adaptada para instalar su ordenador y algo más de tiempo, explican.
Por todo ello, este joven con discapacidad a punto de graduarse lanza un mensaje a quienes quieran hacer como él. «Animo a las personas con discapacidad a estudiar«, asegura mientras recuerda que su esfuerzo también ha sido reconocido por el profesorado por realizar los mejores trabajos de las asignaturas de Fundamentos de Marketing y Dirección Comercial de Empresa.
Pero el mayor premio quizá sea el reconocimiento que Víctor hace de su veterana compañera de carrera. «Estoy muy orgulloso de ella y agradecido porque haya decidido hacer la carrera conmigo», zanjó.
400 ESTUDIANTES
Víctor es uno de los casi 400 estudiantes con discapacidad matriculados en la UCLM, según explicó la vicerrectora de Estudiantes, Ángeles Carrasco. La institución trabaja con los universitarios que declaran su condición a través del Servicio de Atención a la Discapacidad (SAED), que se encarga de hablar con ellos «para tener conocimiento de qué necesitan, su trayectoria, y se les apoya en todo lo que precisen». Esas cuestiones pueden ser ayudas para desplazarse en silla de ruedas, ascensor, rampas… «El SAED hace informes y gestiones para que los impedimentos sean cada vez menos», apuntó.
Carrasco adelantó que el próximo curso se reanudarán las formaciones para que profesores y alumnos sepan nociones básicas sobre la discapacidad y fomentar una mayor inclusión de las personas con discapacidad en los campus, cursos que se vieron suspendidos por la covid.
«Para avanzar en inclusión hay que hacerlo con formación, también para el profesor, que muchas veces no sabe cómo actuar ante la discapacidad. Por eso, es importante que estos cursos lleguen a cuanta más gente mejor, para estar más concienciados», expuso la vicerrectora.