El mejor portal inmobiliario cuando se tiene cierta edad no se llama Idealista ni Fotocasa, sino Twitter o Instagram. Basta una simple búsqueda en cualquiera de esas redes para acceder al mercado inmobiliario en el que se mueven los estudiantes. Las palabras “piso” y “A Coruña” arrojan cientos de resultados, tantos que resulta casi inverosímil creer lo difícil que se ha vuelto, para los estudiantes, encontrar piso en una ciudad en la que no hace muchos años sobraban opciones, y que hoy encabeza el alza en los precios del alquiler en Galicia.

Según datos del portal inmobiliario pisos.com, el piso de alquiler en la provincia de A Coruña ha experimentado una subida interanual en julio, con un precio medio de 5,62 euros por metro cuadrado. Fue la quinta provincia que más creció en todo el país, con un 12,37% más que en julio de 2021. Por capitales, la ciudad de A Coruña también presentó en julio el alquiler medio más alto (8,47 euros el metro cuadrado), a pesar de suponer una bajada del 0,57%, lo que se traduce en una renta media de 561 euros, un 7,2% más que el mismo período el año pasado.

Los precios suben, igual que la demanda. Según recoge el último informe de la Asociación Galega de Inmobiliarias (Agalin), la tendencia en el último año es clara: la demanda aumenta exponencialmente mientras la oferta de inmuebles disponibles disminuye. La subida de los precios, reza el escrito, es “leve pero continua” en la ciudad.

Unas alzas que han repercutido en las rentas más justas, pero también en un segmento de la población que no siempre puede hacer grandes esfuerzos económicos: los estudiantes universitarios. “Aval, seguro de impagos, hasta dos meses de fianza y las nóminas de nuestros padres”, enumera Álex González, estudiante de Arquitectura natural de Pontevedra que encaró este verano su cuarto año en busca de techo en A Coruña, una misión que, cada curso, se torna más intrincada.

En el caso del joven, la búsqueda de piso se complicó todavía más este año, cuando regresó de una estancia en el extranjero y se topó, a su vuelta, con “todo lo que sobró”. Los estudiantes perciben que, año a año, los arrendadores dejan para ellos los pisos en peores condiciones. “Tuvimos una semana de julio y otra de agosto para buscar. Encontramos piso en el último momento, pero por ahí hay de todo. Cuando vas a ver un piso para alquilar, asumes que no va a tener ascensor. O encuentras un primero, o te vas a comer los tres o cuatro pisos de escaleras. Lo más fuerte que encontré fue un piso de cuatro habitaciones, y en dos de ellas cabía solo una cama de 80 y no había ventanas”, asegura el joven.

La oferta disponible en portales como Idealista refrenda su percepción. Los alquileres más económicos se localizan en barrios como el Agra do Orzán, A Sardiñeira y Os Mallos. Una vez eliminados los que no admiten de entrada alquiler a estudiantes, quedan 138 opciones de las que menos de una decena bajan de los 200 euros, sin contar gastos que deberán abonarse aparte tales como luz, agua o Internet.

Las zonas coinciden con las menos populares en el alquiler vacacional, que prácticamente acapara la oferta en barrios como Monte Alto. En primavera de este año, el número de viviendas de uso turístico en alquiler en la ciudad ascendía a 579 según datos de la Xunta. El aumento de las viviendas destinados a fines vacacionales explica, en gran medida, la disminución de la oferta de alquiler tradicional en los últimos tiempos: solo entre diciembre de 2019 y el mismo mes de 2021 el aumento del número de estas viviendas en A Coruña fue del 58,5%, según la estadística del Área de Estudos e Investigación Turismo de Galicia (Aeitg), entidad dependiente de la Xunta.

“Ya no solo es que los estudiantes estén más tiempo viviendo en los pisos porque alargan la carrera o estudian un máster, es que muchos de los pisos que había antes ahora son Airbnbs”, observa Álex González.

La mayoría de los pisos más económicos que los portales inmobiliarios destinan a estudiantes son antiguos y no disponen de ascensor, y muchos han reconvertido en habitaciones para alquilar cuartos muy pequeños y sin ventanas, o que en otra vida estuvieron destinados a otros fines, como buhardillas. Una coyuntura que quienes han visitado muchos pisos no reconocen como anécdota, sino como tendencia.

“Si quieres ir a algo decente tienes que gastarte a partir de 300 euros al mes por persona en un piso de cuatro. Me parece una auténtica barbaridad. Los pisos a los que realmente puede optar un estudiante, de entre 200 y 250 euros al mes, son medio zulos, muchas veces no tienen ventanas hacia la calle, con habitaciones pequeñas, poca ventilación… no son pisos para estar, son pisos para dormir y poco mas”, lamenta el vigués Rubén Iglesias, otro de los estudiantes que este año ha sido testigo de unos cuantos ejemplos como los que cita.

La poca confianza que los estudiantes depositan en los portales de búsqueda de pisos lleva a que la mayoría acabe encontrando un techo a través de las redes sociales o del boca a boca, que les llevan a dar con caseros más “amables” que relajan los requisitos que no todo el mundo puede asumir. “A mí me pedían un aval y una nómina de uno de mis padres. Vivo con mi madre y está en paro, yo recibo beca. Ya de entrada hay muchos pisos que descartas o que te descartan ya solo por eso. Te desmotiva, hay una barrera económica que nos excluye”, lamenta Pablo G, estudiante de Ingeniería ourensano que, tras llamar a muchas puertas, acabó dando con un piso a través de Twitter que se ajustaba a sus posibilidades económicas.

También fue ese el camino por el que optó Rubén Iglesias, que halló donde vivir este curso a través de redes sociales. “Busqué por Idealista y tuve mucho lío, las fotos no se ajustaban a lo que era el piso, llamaba y ya estaba alquilado… Al final vi una publicación de una conocida en Instagram, le escribí, e hicimos un grupo. A día de hoy, creo que es lo que mejor funciona”, aconseja.

Por Admins

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