El 55% de los británicos piensa que el Brexit «va mal», frente al 33% que opina que «va bien», según el último sondeo de YouGov. El 51% cree a estas alturas que salir de la UE «fue una decisión equivocada«, mientras que el 38% sostiene que fue la decisión correcta, de acuerdo con otra encuesta reciente de Statista. El 45% está convencido incluso de que el Brexit «ha hecho que la vida diaria sea peor» y ha servido para disparar las facturas y la cesta de la compra, según otro sondeo de Ipsos.
Y pese a ese recelo creciente, incluso entre quienes votaron a favor del divorcio con Europa, a los cinco candidatos conservadores se les hace la boca agua hablando de «las oportunidades del Brexit». Todos ellos han prometido ser fieles al presagio lanzado la última semana por Boris Johnson: «Mi partida no significa el fin del Brexit, quienes piensan así están equivocados y lo vamos a demostrar».
Hasta el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, defensor en su día de la permanencia, ha regurgitado el lema de su rival («Quiero que el Brexit funcione») y ha declarado que no tiene intención de reabrir las heridas del pasado, ni de explorar opciones de futuro como el ingreso en el mercado único.
«Los políticos no quieren hablar del tema, pero la dimisión de Johnson puede ser un hito en el destino del Brexit», escribe Jonathan Freedland en The Guardian. «El autor de la salida del Reino Unido de la UE ha caído: su proyecto desastroso va a seguir el mismo camino».
Recuerda Freedland cómo la victoria en el referéndum del 2016 estuvo apoyada en «falsedades» como las que han marcado estos tres años de Gobierno de Boris Johnson, empezando por el «ahorro» de 350 millones de libras semanales (411 millones de euros) pintado en el famoso autobús rojo de la campaña Vote Leave. «La realidad está sirviendo para desacreditar el Brexit«, sostiene el columnista. «El crecimiento lento, las facturas cada vez más altas, los problemas constantes y la ausencia de beneficios concretos saltan a la vista, por más que se sigan usando palabras abstractas como la «libertad» o la «soberanía»».
Durante el debate televisivo, el Brexit se convirtió en arma arrojadiza entre los candidatos. Rishi Sunak no desperdició la oportunidad para la lanzarle a Liz Truss la pregunta más incisiva de la noche: «¿Te arrepientes más de haber sido liberal-demócrata o de haber apoyado la permanencia en la UE?».
La secretaria de Exterirores corrió una cortina sobre su pasado y se jactó de haberle dado un impulso al Brexit desde el Gobierno, «firmando acuerdos comerciales con Japón y Australia que parecían impensables» y plantando cara a la UE en la negociación del Protocolo de Irlanda.
LOS CANDIDATOS CONSERVADORES, PROFUNDAMENTE BREXITEROS
Consciente sin embargo del tirón ideológico que el Brexit sigue teniendo en el ala dura del partido, el ex secretario del Tesoro Rishi Sunak marcó el «tempo» para el segundo debate entre los candidatos conservadores en la cadena ITV prometiendo (ahí es nada) «la revisión, reforma o derogación» de las 2.400 leyes que fueron transferidas tras la ruptura con Bruselas.
«Gracias al Brexit, el Reino Unido será en el siglo XXI una nación soberana, global y defensora del comercio libre, con total control de sus leyes, sus regulaciones y su política comercial internacional», anticipó Sunak, que prometió la sustitución del actual Ministerio para las Oportunidades del Brexit por el así llamado Brexit Delivery Department (Departamento para la Entrega del Brexit, tanto monta).
Sunak, que defendió la salida de la UE en el referéndum, no dudó en desempolvar el pasado de «remainer» de su rival, la secretaria de Exteriores Liz Truss, que no ha terminado de explicar las razones de fondo de su «conversión», después de haber dicho en el 2016: «No quiero que mis hijas crezcan un mundo en el que necesiten un visado o un permiso para trabajar en Europa, o donde las empresas no puedan crecer por los costes y las barreras al comercio».
Los defensores de Liz Truss, como el ex ministro del Brexit David Frost, arroparon a su candidata recordando su firmeza a la hora de impulsar unilateralmente la ley del Protocolo de Irlanda frente a la «postura blanca» del propio Sunak, que en su día advirtió al propio Frost: «No hagas saltar por los aires las negociaciones con la UE».
El veterano diputado Bill Cash también dio su apoyo el domingo a Liz Truss comparándola con Margaret Thatcher, por su determinación a la hora de hacer frente a la UE, y pidiendo a todos los brexiteros que unan fuerzas detrás de su candidatura en la cuenta atrás hacia el 21 de julio, cuando se sabrán los nombres de los dos finalistas.
La candidata predilecta de las bases, Penny Mordaunt, defendió entre tanto su expediente a favor del Brexit desde el primer día de la campaña del referéndum (aunque tuvo que hacer frente a la ofensiva mediática por su defensa de los derechos de los «trans»). La diputada Kemi Badenoch, representante del ala dura, siempre estuvo incondicionalmente a favor del Brexit y ahí sigue. El quinto en discordia, el moderado Tom Tugendhat, contrario en su día a la salida de la UE, dio por su parte una última muestra de travestismo político y reiteró su compromiso de exprimir «las oportunidades del Brexit» si llega a ser Primer Ministro.