El aire favorable que soplaba este viernes en Sanxenxo ayudó a que el Bribón ganara la primera etapa del trofeo Viajes InterRías, mientras, en Madrid los aires eran otros. Porque todo el calor popular que está recibiendo Don Juan Carlos este fin de semana terminará cuando el lunes coja un avión camino a la Zarzuela. Aunque fue Casa Real quien informó en un comunicado oficial de que el Rey Padre se reuniría ese día con Doña Sofía, Don Felipe y otros miembros de la familia, se ha decidido que es un acto privado y, por lo tanto, no figura en la agenda oficial de la Casa.
«El Rey Juan Carlos es una persona privada desde que en 2019 se retiró de la vida pública». Ese es el mantra que Zarzuela repite siempre que se consulta sobre aspectos relacionados con Don Juan Carlos. Basados en ese argumento, su viaje a Madrid no está entre los compromisos oficiales del Rey. Es una cita familiar y aunque la trascendencia de ese reencuentro entre el Jefe del Estado y su padre sea histórica, tras dos años del Emérito en el extranjero, de momento en la Casa no valoran distribuir fotografías o información de la cita. Es algo privado. También lo fue en su momento el comienzo de la etapa escolar de la Princesa Leonor en Gales, pero sí hubo instantáneas.
Tal vez, consciente del trato de bajo perfil que va a recibir el lunes, Don Juan Carlos saborea cada minuto de su vuelta a Sanxenxo, incluida la exposición mediática. Así, este viernes por la mañana se alegró al ver el cielo gallego despejado. Y en medio de una expectación asombrosa, con el Real Club Náutico repleto con 170 medios de comunicación esperando a Don Juan Carlos. Había desayunado huevos fritos y fruta junto a Pedro Campos y la Infanta Elena en su casa, para coger fuerzas antes de la jornada que les esperaba en alta mar. Mientras, en el Náutico no paraban de entrar socios de la entidad, preparados para recibir al Emérito, y amigos personales recién llegados desde Madrid.
Y por fin, a las doce y media de la mañana, con puntualidad regia, el coche de Pedro Campos apareció en el Náutico. De copiloto, Don Juan Carlos; en el asiento de atrás, la leal Infanta Elena, siempre al lado del padre. Medio millar de curiosos rompían en vivas y ovaciones al Rey, que se bajaba muy sonriente del coche. Don Juan Carlos, apoyado en un bastón y ayudado en todo momento por un asistente, vestía polo blanco, pantalón rosa y la gorra roja que utiliza en las regatas, porque asegura que le da suerte. Saludaba primero al alcalde de Sanxenxo, con quien había desayunado en casa de Pedro Campos, y después a distintos miembros de la corporación. Por voluntad propia se acercaba a algunos de los curiosos para estrechar manos y tirar besos. Después, cuando el clamor de la gente hacía imperceptibles las preguntas de la prensa, agradecía con la mano en el corazón el calor popular y, por fin, afirmaba: «Hoy no llueve, no llueve». Fueron las únicas palabras que pronunció antes de meterse al Club Náutico, donde recibió una ovación cerrada que le emocionó. También el reencuentro con su tripulación después de tres años y con sus amigos.
«Hemos venido muchos de Madrid a verle, se lo merece. Va a venir con mucha frecuencia», decía sonriente a este medio Pedro de Borbón Dos Sicilias. El hijo del fallecido Infante Don Carlos ha actuado en muchas ocasiones como intermediario entre Felipe VI y su padre a lo largo de estos dos años. «Le he visto muy en forma pese a sus problemas de movilidad», contaba a este diario Carlos Espinosa de los Monteros. Él, como José María Juncadella, va a estar «todo el fin de semana» con el Rey. «Está muy emocionado, hoy al ver el cariño de la gente se ha vuelto a emocionar», desvelaba a este diario.
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No era para menos. Los vivas incesantes provocaron las lágrimas también de Doña Elena. Aunque en Sanxenxo es querido, en el municipio no recordaban tanta expectación por el Rey en ninguna de sus visitas anteriores. Don Juan Carlos pisó la cubierta del Bribón y se hizo una fotografía antes de saltar a la lancha de apoyo, Cristina, desde la que siguió la jornada que ganó su barco.
A las seis de la tarde, el Rey entró de nuevo a puerto y declaró que estaba «muy contento» por volver a pisar España. Puso rumbo directo a la casa de Pedro Campos, donde habían preparado una merienda cena con la tripulación y sus amigos. Un final dulce tras el triunfo en Sanxenxo, donde continuará todo el fin de semana, hasta su paso privado el lunes por Madrid.